Muchos artistas son calificados como ‘únicos’, pero Kelis realmente lo es. A principios de la década de los 2000, nos regaló algunas de las canciones pop más perdurables jamás escritas, desde “Milkshake” hasta “Millionaire”, y colaboró con algunas de las estrellas más importantes del mundo, desde el hip-hop hasta la música dance. Después de dejarlo todo para criar a su hijo y convertirse en chef formada en Le Cordon Bleu, lanzó un disco de R&B inspirado en la comida y producido por Dave Sitek en Ninja Tune. Luego, se mudó a una granja, antes de decidir en 2025 trasladarse a Kenia, donde compró un terreno de 300 hectáreas a las afueras de Nairobi.
Nunca ha alcanzado la fama que han logrado algunos de sus contemporáneos -demasiado alternativa, demasiado franca y sin sentirse nunca del todo cómoda siguiendo las reglas del juego-, pero hoy en día su discografía habla por sí sola. Artista multidimensional en una industria llena de figuras planas y sin personalidad, ella es auténtica. Con nueva música en el horizonte (por primera vez desde 2014), es un gran honor para el festival contar con ella este año.
